Cerveza, café, un atardecer embriagador junto al tren y Juan Gatti.
El domingo
pasado fui con dos amigos a ver Contraluz, la muestra del diseñador Juan Gatti
en el Museo Sivori. El museo tiene un hermoso parque para tomar cerveza o café
y es un gran plan de verano, siempre.
La muestra
consistía en la exhibición de los trabajos de diseño gráfico para discos y películas
y revistas más trabajos artísticos: fotografía y collages digital, en general,
de Juan Gatti. Había unas cuarenta o cincuenta tapas de discos de rock argentino
y otras cuarenta o cincuenta de rock español, sus trabajos para marcas de moda
como Kenzo y la revista Vogue y unos veinte pósters de películas de Almodóvar y
su productora El Deseo.
Voy a consignar
que sus tapas de discos eran claras y prolijas y precedían muy bien el producto
cultural: el nombre del artista y el nombre de la obra. O sea, un profesional
que hace correctamente su trabajo. Lo hace muy bien. Vemos, por ejemplo, una
tapa de un disco y todos sabemos de qué se trata, a groso modo. Evidentemente
estuvo allí donde tuvo que estar en el momento que había que estar y con su
oficio y talento se convirtió en parte de una movida, de una obra. Y por sobre
todo: hizo espectacularmente bien su trabajo: comunicar lo que le pedía el
artista y/o la compañía para lo que trabaja. En definitiva un excelente
profesional.
Entonces
nos paramos ante sus pósters para Almodóvar y su productora y vemos que son
realmente muy buenos. Mucha personalidad, muchas ideas, muy buena comunicación,
hermosas piezas gráficas. Comunican y para colmo te atrapan, te hipnotizan, los
querés tener colgados en la pared de tu casa.
Pero vamos
de a poco.
Vamos por
partes.
Nos
detenemos en las fotos de Gatti, en los trabajos para revistas y marcas. Vemos
su obra artística y vemos una obra prolija y elocuente, que nos dice explícitamente
lo que nos quiere decir. Una vez más, comunica. Claro, prolijo, en foco.
Pero
entonces creo encontrar una marca de autor, pero creo que es la de Almodóvar. En
los pósters de las películas de Almodóvar (y en las de Alex de la Iglesia) encuentro emociones
y belleza más allá de la comunicación, más allá de la venta. Las piezas
manejaban múltiples conceptos, múltiples sentidos, atractivas imágenes, el
deseo más violento. Es en esas pequeñas piezas de marquesina de cine donde el
paseo dominguero se hizo embriagador. En eso y en la charla compartida con
amigos en el bar del Museo Sivori, una domingo a la tarde de verano.
Entonces
el elogio, el elogio del comitente. El elogio del cliente por sobre el
proveedor de servicio. El tipo con el arte y las ideas claras y que sabe lo que
quiere y que arma el equipo de trabajo para que el arte surja. El elogio del
trabajo en equipo, tal vez. Pero elogio del comitente en definitiva. De eso se
trata el cine, de eso se trata la música, especialmente la música de rock. De
eso se trata, de elogiar el comitente, la orden de compra de un servicio, el
pedido de una opinión, la lectura de una devolución, el triste destino de
cambiar un pantone sin saber su nombre, doblar una línea que quizás llegó
demasiado recta.
Yo estuve
allí, puede decir Juan Gatti, con muchos de los grandes artistas de los últimos
cuarenta años.
Robert
Gynek
No hay comentarios:
Publicar un comentario