De la selección arbitraria y otros demonios.
Es siempre reconfortante introducirse en
una sala oscura sin saber qué se va a proyectar. Pero es de carácter
desconcertante la experiencia de una sala en penumbra, fría y totalmente desierta, salvo por
visitantes furtivos y veloces en la huida. ¿Por qué en PROA el aire
acondicionado está siempre tan fuerte, si es tan reducido el edificio?
Sobreponiéndome al frío polar ártico que
regala PROA a sus visitantes, me dispuse a ser entretenida y sorprendida por la
selección de la Galería Whitechapel de Londres
dentro de la cuarta edición de Artists’
Film International.
No puedo referirme a todos los videos que
formaban parte de la proyección, pero armándome de paciencia pude, en el mejor
de los casos, deslumbrarme ante el objeto lentamente desplegando todo su
significado sobre celuloide.
En I
would love Farrah, Farrah, Farrah, un sujeto claramente border repite
incansablemente y con cambios de juntura, tonalidad y énfasis la frase: “The past is the past; the future is the
future.” Es tal cual, mientras ese futuro que se espera no llegue, nos
revolvemos en la reminiscencia tentadora de un pasado, que por distante se nos
antoja ideal. De hecho, el futuro puede no llegar, y con eso el pasado se vive
como la única realidad que define la vida. Resignación, incertidumbre,
nostalgia; en fin, un festival de buenos momentos. Otros en la misma lìnea
podrìan ser Everness y Zeide Isaac. En Everness, ¿no es la mayor tragedia del héroe darse cuenta de que
ha malinterpretado todos lo símbolos de
su vida? Una exquisita versión del cuento The
Dead de Joyce.


