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martes, 12 de marzo de 2013

La Risa, el Agente Infalible




 Lutherapia en el Gran Rex




La producción del blog nos hizo llegar dos entradas para ir a ver a los ilustrísimos Les Luthiers. Hubo grandes muestras de hostilidad y resentimiento, porque llegaron 2 entradas y somos 8. Por suerte, pude asirme de una de las entradas, que era para Hartobia, pero como a ella no le gusta reírse, me la cedió de cualquier forma. La  otra la consiguió Herbecht Romero de manera no muy ortodoxa, pero no es el momento ni el lugar para criticar sus retorcidos manejes. Ya habrá tiempo para eso.
Llegamos a horario, nos dieron asientos casi jerárquicos (los destinados a la prensa) y ya la gente sonreía con bondad y anticipación. ¿Por qué? Porque Les Luthiers provocan risas desde hace décadas, y algunas de sus bromas pasan de generación en generación, entramándose con el decir popular. Todos tenemos un pariente que dice: “¡Flor de reloss!”
Hay un elemento de nostalgia en la apreciación de la vasta obra y los recursos humorísticos de Les Luthiers. Nos remiten a nuestras primeras risas la melena de López Puccio, los instrumentos informales ideados y ejecutados por Maronna (en esta oportunidad, doblegó a un órgano que funcionaba a viento, que salía de incontables pelotas de goma- para Romero era grabado, y yo le decía que no...), los anuncios de Munsdtock, los parlamentos de Rabinovich (mi Les Luthiers favorito de todos los tiempos) y el piano de Núñez Cortés.
Todos de traje, siempre correctos y seguros de que están haciendo bien su trabajo: hacernos reír con amable humor, un esperable remate, pero inmejorables diálogos, que son en definitiva mi parte predilecta y el esqueleto sólido de Lutherapia.  Ya la mención del tristemente célebre Johan Sebastian Matropiero arranca risotadas del público, como también juegos de palabras con términos del psicoanálisis. La trayectoria de esta agrupación cuenta con marcas personales como las confusiones de palabras y neologismos de Rabinovich, y eso es un bonus.
Claro que Romero no lo disfrutó tanto como yo, porque primeramente no aprecia la variedad de música a ese nivel, tampoco está familiarizado con términos del psicoanálisis, y no gusta del humor de salón. Y a pesar de sus refunfuños, pude apreciar todo el esplendor de un espectáculo articulado de la manera más exquisita, porque Les Luthiers son infalibles, tanto como espectáculo como también para develar vicios en compañeros de trabajo.
Después del show, Romero se lanzó a la pizzería de en frente al Gran Rex como  si nunca cenara. ¿Habrá sido esa la causa de su fraudulenta victoria en el sorteo?

Prim Prudish.

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