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jueves, 13 de diciembre de 2012

A Dónde se Fue el Rockabilly?



La nada generalizada



Era un género, como pocos, que sabía arrancarme suspiros, y algunas cosquillas que no voy a andar confesando porque no es el momento ni el espacio cibernético adecuado. Pero esa memorabilia móvil, toda arremangada y colorinche; ese folklore de plástico y jopos endurecidos mareaba y deleitaba.
         Un sábado sin nombre ni señal, fui a La Especial y me sentí defraudada. Más allá de una banda que tocó el gran éxito de las 5.6.7.8’s Whoo Hoo y me devolvió un poco de aire añejo, la verdad es que no se respiraba el Rockabilly que supimos conocer a principios de los 2000 y que tan bien supo vestir y estilar la galería 5ta Avenida. Lo único que tenía que hacer uno si se quería convertir al credo Rockabilly en aquella época era caminar derecho hasta la otra salida de la galería, comprar ciertos artículos a diestra y siniestra y listo: usted quedaba transformado en Rockabilly en cuanto emergía por la puerta de Talcahuano. Se ve que ahora venden otras cosas en esa galería, porque esta gente en La Especial, hace incontables sábados atrás, no sabía qué clase de credo llevaba a cuestas.
         El problema no es la música. Hay que comprender primeramente que el Rockabilly no es una clase de música y nada más. Este género tiene mucho de circo y de caracterización. De hecho, en una época dorada todos tenían un sobrenombre evocando sur de los EEUU, y tocaban en bandas que seguían rajatabla la siguiente fórmula: Nombre Propio (preferentemente corto) + and his/her/the + Nombre Común en plural (sustantivo consonante con el nombre propio o semánticamente relacionado). Por ejemplo: Luna and the Lunatics. Este sonsonete tan simpático fue gentilmente cedido por el rock de los 50s. (Bill Haley and his Comets, etc).

         Entonces, recordando tanta disciplina circense para la apariencia Rockabilly, miré alrededor mío en La Especial y mi cabeza se llenó de humo e interrogantes. ¿Dónde quedaron los jopos y el eterno mito de peinarlo más alto que el mango del contrabajo? ¿Qué pasó con los pañuelos en la cabeza de chicas con camisas de jean ajustadas? ¿Dónde están los sujetos con un pañuelo largo saliéndole desde el bolsillo trasero del jean, como si fueran mecánicos, pero que llegaron en colectivo? ¿Por qué nadie se arremanga los pantalones? ¿Y qué fue de los tatuajes aprisionando brazos y piernas con motivos de dados, naipes, llamaradas y Betty Page? Querían retratar la vida del portador como una odisea marcada por el azar, el peligro y el placer. Bueno, mentira. No quedan de esos temerarios fanáticos por la música misfit de los 50s.
         El ritmo es el mismo, y los músicos fueron un lujo, si uno cerraba los ojos y los imaginaba en galas de sureño fierrero. Pero si miraba bien, esa era una Especial que no recuerdo. ¿Qué es esa zona para fumar con ventiletes? En una época, cuando los Rockabillies eran de temer, el humo ajeno se inhalaba sin necesidad de recurrir al oxígeno extra, Y eso estaba bien. Eso era rock. Tampoco se gozaba de comodidades como lugares para sentarse. Sigo nadando en mi desazón, mientras pasan por al lado mío zapatillas blancas, ojotas, shorts; sin ningún respeto por la etiqueta nostálgica. Una vergüenza. Me tengo que volver a casa, sin olor a humo, y esta vez dejo La Especial atrás sin llevarme conmigo una edición limitada de colección. Parece que ya salieron todos del paquete.   
                                                                  Hartobia

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