¿Gracias a la Vida?
El viernes Ignacio Zubeldía, cantante,
guitarrista y compositor de la banda de culto Subsole me contó que estaba
viendo a Café Tacvba cuando su familia le pidió volver a casa cuando
estaba empezando a disfrutar del concierto. Me decía que la actitud de Rubén Albarrán
era increíble, embriagante.
Y claro, me confirmó lo que ya sabía de un cantante
que tiene lo que pocos artistas tienen: la alegría de hacer lo que más le gusta
en el mundo: tocar música. Dos personas que no hay forma que defrauden en un
concierto de música rock pop o pop rock son el mencionado Albarrán y Michael
Stipe, de REM. REM creo que da los conciertos más emocionantes
que viví en mi corta vida. Y lo mismo me ocurre con los Café Tacvba, que sin
ser su repertorio tan interesante, por lo menos
para mí, su alegría de vivir me producen un inmenso placer con solo verlos.
Fueron tan emocionantes los conciertos de REM que vi en mi vida que estuve
buscando desesperado en internet alguna filiación donde Stipe no estuviera
feliz y luego de ver 100 videos (o más) oficiales, caseros, de todo tipo y en
todos los continentes, me resigné a la increíble novedad: hay una persona en el
mundo que está realmente feliz de hacer música y compartirlo con la gente.
Entonces.
¿Cómo puede ser que la mayoría de los artistas que ganan millones por hacer
música se vuelvan tipos amargados e hipócritas? Entiendo que puedan fastidiarse
cuando los molestan en su vida cotidiana, pero ¿Cómo puede ser que no puedan
trasmitir nada de alegría cuando se suben al escenario y lo manejen como un
trabajo rutinario? ¿Cómo pude ser que hacer música no los emocione? En un
presente de músicos devenidos en artistas egocéntricos o empresarios descarados
(o en las dos cosas) la existencia de Rubén o Michael nos da un poco esperanza: el
amor existe. ¿Es esto la contracultura hoy día?
José González
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