Vistas de página en total

jueves, 6 de diciembre de 2012

Nuevos Odios




 Tracey Emin en el MALBA



Si la palabra estuviera tan disponible como misoginia, misandria sería el título de la serie de videos de la británica Tracey Emin en el Malba. Pero no, la palabra misandria fue acuñada recién en la post guerra y aparentemente no tuvo mucho éxito porque no la escucho a la vuelta de cada esquina. Tracey Emin, con sus videos filmados entre 1995 y 2000, nos lleva por un desfile de variables y multifacéticas maneras en las que un hombre puede arruinarle la vida a una mujer. Acá no estamos hablando de corazones rotos ni de violencia física. No hace falta irse a un barrio marginal del tercer mundo para encontrar violencia de género de la clase más abyecta e inesperada. 
Y sí, la misandria desencaja.
Estamos hablando de una red mecánica activada (por hombres) dentro del sistema que atentó irreparablemente contra una mujer europea, culta, de clase media y educada académicamente. Esta maquinaria atentó contra su libertad de cuándo practicarse un aborto. Y ese daño impronunciable es un solo ejemplo de los horrores a los que las mujeres nos vemos sometidas.
         Más allá del deseo particular de tener o no hijos, que se reduce, según la artista, al deseo de compartir con el mundo una versión más pequeña de uno mismo, y asevera que no es su caso, se trata en dos de los videos de la serie (Homage to Edvard Munch and All my Dead Children- 1998-  & How it Feels – 1996) la injusticia de no haberle permitido a esta mujer practicarse un aborto en el momento indicado y las consecuencias de este retraso arbitrario.

         Los videos son autobiográficos, con la textura noventosa de una Inglaterra despojada de un futuro para los marginados intelectuales, y con un pasado difícil de digerir. Es de especial importancia que mencione los 90s porque se retratan como una década mustia, con nostalgia de la música disco y cortes de pelo irregulares, que eran casi ley desde 1994 hasta 1997. En el video Why I Never Became a Dancer se explora el peligro que encierra disfrutar del sexo libremente para una mujer en pleno siglo XX. Sí, es en serio. Para quienes creían que no quedaban retrógrados en el mundo, tal vez deban darse una vuelta por Margate. Aparentemente, una mujer, aún en este siglo, me animo a decir, puede ser acusada de impúdica por tener las relaciones que quiera, y por practicar el sexo como una manera de mantenerse en forma, o de simplemente explorar un recurso para el placer.
         Cuidado con lo que viene, porque es fuerte. A todos nos gusta el sexo y es para muchos la parte más importante de nuestras vidas. Para un gran número de personas del planeta, el sexo termina en bebés. Entonces, la obra de Emin nos afecta a todos. Porque ataca a los límites impuestos por un género para que el otro género no pueda disfrutar del sexo con completa comodidad y en todo su esplendor. Lejos de sentir pena, sentí odio ciego y sordo. Pero mudo, jamás. ¿Hasta cuándo vamos a dejarnos etiquetar por el otro género conforme a nuestras prácticas íntimas? ¿En qué mundo estamos viviendo? Y seguimos dejando que los patrones torcidos de ese género déspota dirijan nuestras organizaciones, los medios, la noche porteña, la moda y las dinámicas sociales.
         No voy a decir que los videos son fáciles de mirar. Me tuve que apantallar en algunos porque sentí que me bajaba la presión. Pero lo logré. Sentí su dolor y me quedé hasta el final. Porque entiendo que hay que respaldar su causa. Especialmente porque estamos a punto de gozar de condiciones dignas acceso al aborto. Al fin. Podríamos exigir más. Total libertad de decisión. Pero parece que todavía es un poco pronto. Más si se ve lo rudimentario del sistema- con ayuda de algunos grupos religiosos – en Inglaterra.
         Emin, desde su pedestal de artista consagrada, les escupe a los hombres de Margate o de St Martin in the Field (o cualquier iglesia de Londres) toda la misandria que merecen en celulosa. ¡Bien! ¡Era hora!
                                                                                                       Noviembre 2012
                                                                                                                Hartobia

No hay comentarios:

Publicar un comentario