La libertad puede dar miedo.
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| Oh! Evaristo! |
Leí hace muy poco, tres o cuatro o cinco meses,
Rastros de Carmín, hermoso ensayo de Greil Marcus sobre la cadena de hechos artísticos
de vanguardia que desembocaron en la irrupción de los Sex Pistols. Sinceramente, la narración de ese cuento me abrió la
cabeza, me la partió, como decían los pibes. Ese hermoso mundo de fantasía, ese
mundo paralelo, esta distopía, esta ucronía de destrucción del capitalismo:
¿Qué tan cerca estuvieron de destruir el capitalismo los Sex Pistols? De haber tenido éxito la revolución, ¿Se habrían
alzado los valores de la vida armoniosa en comunidad o la destrucción
anarquista? ¿Se habría impuesto un régimen fascista o nazi? ¿El mundo sería
mejor con la destrucción del capitalismo? Seguramente, por ahora no lo
sabremos. Luego leí una nota de Marcelo Pisarro en la revista Ñ con una pequeño
resumen del libro (que me evita tener que contarles el libro, pueden verla en http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Pussy-Riot-Putin-Rusia_0_761923816.html
) que terminaba encadenando con la censura y detención carcelaria de unas
chicas rusas que hacen música y declaraciones punks y que llevan el mensaje
anti capitalista –irónicamente, esta vez desde Rusia- a los grandes medios
–para desaparecer, como siempre, a los dos días. Hace dos semanas, en la
necrológica de Luís Alberto Romero de
Eric Hobsbawm decía que este gran
divulgador marxista opinaba que las verdaderas vanguardias artísticas del siglo
XX eran el cine y el rock.
Y con toda esta información y otra dándome vueltas
en la cabeza me preguntaba: ¿Han ayudado a cambiar el mundo para mejor artistas
como The Beatles, The Clash, Chuck Berry, Grateful Dead,
Elvis, Nirvana, The Who, Jimmy Hendrix, y, por supuesto, los Sex Pistols? Para que no se enojen críticos
de la derecha como Reynolds, ¿ha ayudado a cambiar el mundo para mejor la
música electrónica de baile? ¿Han cambiado el mundo o son meros paliativos para
la conciencia? ¿Un placebo? ¿Nichos de mercado? Me preguntaba estas idioteces
completamente confundido cuando recordé los dos momentos artísticos donde sentí
libertad total de conciencia de espíritu: en uno de los cinco conciertos de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota
en la cancha de Huracán y en el concierto de La Polla
en un teatro
cerca de Rivadavia y Castro Barros. De Los Redondos ya se ha hablado mucho,
pero de La Polla nada. Y es raro, porque si en los
conciertos de Los Redondos podías percibir la euforia que desata la libertad
total en cuerpo y alma, la ausencia total de coerción social al punto de la irracionalidad,
de la violencia; en los de La Polla todo eso ya daba miedo, terror.
Nunca sentí tanta libertad y tanto miedo como en el show de La Polla. ¿Habrán sentido eso algo parecido las
personas que vieron a los Sex Pistols?
Lo dudo. Tanto los Pistols como los Redondos vienen del mundo arty, en cambio La
Polla
viene desde las bases mismas de la anarquía y la irracionalidad. Ese día tuve
tanto miedo, que me fui a casa corriendo a mitad del show: no había lugar en
toda la sala, en todas las inmediaciones del teatro, en todo el barrio de Almagro
donde estar a salvo. Lo juro por dios, si este existiera, que eso era tener
miedo. Miedo a la muerte. Como en la guerra o en la enfermedad. Miedo y
libertad.
¿De qué nos libera el arte?
José González
Buenos Aires, 15 de Octubre de 2012

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