Cat Power en el Teatro Coliseo
¿Qué nos pasa cuando
vemos a una artista atractiva,- sí- sensual,
– sí- poderosa, - sí- con gente
anteojuda aullándole sus letras, que se tambalea y llora sobre el escenario?
¿Qué pasa cuándo la
admiración verdosa y venenosa tiñe toda nuestra envidia de un azul pálido,
producto de la conmiseración?
Todos saben que odio
a las mujeres que expresan su arte libremente, pero creo que se puede seguir
trabajando sobre ese axioma. Odio a todas las mujeres felices. Eso es más
correcto.
Charlyn Marshall se
presentó con una voz límpida, a pesar del whiskey, y no, no fue suficiente para
hacerse odiar. Eran las lágrimas, las corridas atrás de las bambalinas – según
unos a sonarse al nariz; a ver a Mr.
Blow otros sostienen - y el movimiento oscilante libre de todo cálculo, y tal
vez consecuencia de un golpe; todos factores que la hicieron destinataria
de mi elegía. No es suficiente entonces subirse a un escenario y hacer vibrar
gente bienoliente para producir envidia.
No fue un show frío.
Pero hubo tintes abandónicos. La banda giró 3 compases de más hasta que ella
emergiera; y cuando Charlyn se topó con un público educado, cada uno sentado en
su rigurosa butaca, los instó a pararse con un ademán de las dos manos. Y no
salieron todos corriendo como desatados. Caminaron ligero, pero con reservas
hacia el escenario para disfrutar de su voz aterciopelada más de cerca.
La primera parte del
show fue mala. Redondamente. Se escuchaba con saturación, ella lloraba, y los
músicos no se oían al nivel de Chan. Según las malas lenguas- que son siempre las
de la prensa-, una de las peores bandas que supo acompañarla.
En la segunda parte
del show, ya todo se oía mejor; no había frituras indeseables, y los ojos de
Charlyn estaban libres de nubes. ¡Bah! Jamás me mostraría tan vulnerable ante
un público. Hasta se la vio sonreir en “I Don’t Blame You” y para el final, con
“Ruin”.
Yo sonreí también;
porque no sentí envidia. ¡Nunca me voy a sentir así! ¿Quién puede tener valor
para semejante confrontación, y encima respaldada por una imaginería gatuna?
En eso abro la
cartera y veo varios gatitos impresos en un bolso, que me miran, agazapados,
listos para saltar.
Creo que me fui del
teatro admirándola un poco.
Hartobia

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