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jueves, 1 de noviembre de 2012

Si no leíste Macbeth, abstenete de esta experiencia.




Macbeth- Versión irreconciliable de Javier Daulte en el Teatro General San Martín.

         ¿Por qué siguen versionando a Shakespeare? En el Globe Theatre, en London, todavía se hacen puestas en escena con los trajes originales, y casi sin escenografía, para que toda la acción sea sostenida por el lenguaje florido de los versos del bardo. Pero, de ser ese el caso,  el lenguaje se modula con claridad y se condice con toda la puesta en escena.
         Pero, como hay que civilizar a la brutalidad de las pampas, se trae a Shakespeare y se lo adapta con deficiencias. En la versión de Daulte en el Teatro San Martín, el traspié inicial es la contradicción de los términos arcaicos tozudamente retenidos con la escenografía post- industrial sacada de algún suburbio de Manchester, que tal vez pueda ser distanciadamente relacionada con Escocia. Y eso que no quise objetar de entrada los “adelantos” tecnológicos que se usaron para hacer la obra más moderna. Lo voy a hacer más adelante.
         La obra abre con las tres brujas. Se respetó el texto a rajatabla, algo que me dio placer hasta que escuché la pronunciación de algunos títulos y lugares y tuve mis dudas. Las tres brujas, trashy, como prostitutas punks, hacen una coreografía simplona que le debe mucho a Thriller. En seguida entran todos los miembros de la corte de Duncan. Parecen un grupo de mafiosos. Todos celebran haber vencido al rey de Noruega, enfundados en trajes y en camperas de cuero, como es el caso de Malcolm y Donalbain. La objeción más poderosa que tengo en contra del lenguaje usado es que al conservar los arcaísmos (chambelanes, almenas) y la pronunciación antojadiza de algunos términos (Glamis= Glams o Thane de Cawdor) llevan al espectador que no está familiarizado con la obra a perderse, a no comprender las profecías de las brujas, y a no entender el lazo entre los borcegos punks de Macbeth (Alberto Ajaka) y su imposibilidad de decir Amen después de haber matado a Duncan. Los escoceses habrán sido católicos; no así los mafiosos de este submundo urbano. También el problema de los nombres lleva al público a mezclarse personajes, ya que desde un actor que no sabe inglés Macdaf, Flians, Dancan, se pronuncian todos mal, con vocales abiertas. Nadie puede tomar en serio las proezas de semejantes nombres.
         Algunos parlamentos se respetaron minuciosamente y hasta merecen ser elevados del resto de la obra. Lady Macbeth (Mónica Antonópulos), con sus memorables “unsex me here!” evocó pasión por la ambición y esa retorcida lógica maternal que propone de manera excepcional. Pero, el otro soliloquio que yo esperaba, con mi copia de Macbeth en la mano, era el  de “a tale told by a fool, full of sound and fury”. ¿Y saben qué? Le dieron un micrófono a Macbeth. ¡Un micrófono! ¡Por dios!
         Lo mismo hicieron en la visión que tiene Macbeth con las brujas de la línea de sucesión de Banquo.  Todos los miembros de baile moderno- por lo tanto no califica de baile- se iban pasando el micrófono para extenderle las profecías a Macbeth. Me hizo acordar a un acto del colegio en donde niños escolares esbozan palabras muy grandilocuentes para ellos ante un micrófono manejado por una maestra. No se entendió el temor que siente el monarca chaquetudo de que le arrebaten el trono. Y eso era esencial para ver por qué tiene que matarlos a todos. Encima, el cuerpo de baile zombie lindaba con la parodia.
         ¿Quién se lleva la obra? : Macduff (Luciano Cáceres). La mejor vocalización.
         Las versiones de Shakespeare, a UK, con pocos trajes, con recursos mínimos y la palabra bien modulada como medida de rigor;  y si no, anímense a cambiar el libreto. Y que se banquen la furia del bardo. Un monarca desesperado entra en pánico en cada acto y lo único que tiene para defenderse son palabras que le quedan grandes. Eso sí, la música techno industrial ayuda a que la experiencia sea ensordecedoramente confusa. Menos mal que hay programas, así la gente sabe de qué se trata la obra.

                                                                                                   Hartobia,
                          Buenos Aires, Octubre 2012
PS: ¿Qué pensará de esto Jorge Dubatti?
PS2: ¿No es curioso que el malo de Graduados sea el bueno de

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